La esencia del Andinismo no sólo es subir hasta lo más alto de la montaña, la idea misma de salir del pueblo, de tomar un bus, de comprar los viveres, de juntarse con amigos, el mirar los mapas y atreverse está integrado a la esencia del Andinismo. Por decirlo de otra forma es el sueño que crea un deseo y es la voluntad, la pasión la que hecha a andar la necesidad de hacer realidad las cosas. Las montañas rondan en nuestra mente como un fantasma o un sueño a medias que fascina y aterroriza a la vez. Siempre tengo en la mente una foto, una imagen, pero la realidad sólo se vive con la experiencia y es en ella que se va dilucidando el sueño y la realidad se muestra tal como es, es ahí cuando la montaña se va rearmando y el sueño se va acomodando a las cosas como son. Es en ese sentido como el camino al cerro se va completando de sensaciones y nuestra experiencia se va haciendo integral, entonces el paisaje se vuelve nuevo y esa novedad alegra nuestro ser.
La dimensión estética de esta sensación completa nuestra necesidad de dejar lo conocido y nos vuelve niños explorando un mundo nuevo, el sonido del agua, el viento entre las ramas y los olores se hacen reales plenamente, a medida que vamos subiendo a la montaña nos volvemos salvajes y despiertan nuestros sentidos apagados por lo tradicional, por lo normal, por las sensaciones del Pueblo. No necesitamos hablar, nuestros músculos se reactivan y nuestra sangre fluye llena de energía, el aire es más puro y el oxigeno del monte está vivo y nos potencia. Los olores de las quilas, de los mañíos, de las parras y las mentas andinas van inflando nuestros sabores a montaña, mientras el sudor corre por el cuerpo y las manos prensibles doblan las matas se suelta la esencia vegetal del sur.
La libertad para uno mismo, el silencio absoluto y la soledad se tornan reales al llegar a los bosques de altura y nos sentimos salvajes cuando el olor de la Lenga se impregna en mis manos y mi cuerpo, el aroma dulce de la montaña nos vuelve a la vida sensitiva ahogada por los olores del Pueblo, y no nos queremos ir de los bosques y la roca y el hielo pueden esperar porque nos quedaremos bajo el aroma de las Lengas, el camino a la alta montaña es lento, me siento en casa y me siento a gozar de la esencia que está en mis manos.
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